lunes, 23 de noviembre de 2015

Erwin Saavedra: ‘Desde niño quise jugar en Bolívar’



El fútbol de salón fue la cuna en la que Erwin Saavedra se formó como futbolista. Su papá Mario y sus tíos Jesús y Aldo —destacados salonistas orureños— formaron al lateral volante que dio el gran salto al vincularse a Bolívar, donde se convirtió en titular indiscutible.

Con 19 años cumplidos llegó a la selección absoluta, donde el DT Julio Baldivieso le dio la oportunidad de debutar en el triunfo 4-2 sobre Venezuela en el estadio Hernando Siles, además con una destacada actuación.

El juvenil sueña en grande: habiendo alcanzado sus primeros objetivos, ahora dice que trabajará hasta ser transferido al fútbol del exterior.

— ¿Cómo fue tu formación en el fútbol?

— Provengo de una familia cuya pasión es el fútbol de salón y es reconocida sobre todo en Oruro. Juegan muy bien y gracias a ellos aprendí también a jugar. Mario es mi padre y mis tíos Jesús y Aldo fueron los que me enseñaron.

Mi padre y mi tío Aldo estuvieron en la selección nacional que jugó el Mundial de Fútbol de Salón en 2000 en el país, cuando Bolivia fue subcampeón y en la final perdió contra Colombia.

— ¿Alguno de ellos llegó al fútbol profesional?

— Mi papá se entrenó en San José en la década del 80, pero no llegó a debutar. Decidió poner toda su atención al futsal, incluso tiene su propia escuela que se denomina Academia Saavedra, muy conocida en Oruro.

— ¿Consideras que estás consolidado en Bolívar?

— Fue muy difícil el inicio, pero las cosas se fueron dando gracias al apoyo que recibí de los entrenadores del club y de mis compañeros. Su respaldo y confianza fueron importantes para mi crecimiento en el fútbol. Llegar a la selección era un desafío y un paso importante, lo logré pero no es todo, ahora debo seguir trabajando con la humildad y la entrega de siempre, porque sé que me falta corregir muchas cosas.

— ¿Te cambió la vida el fútbol profesional?

— Sin duda alguna que sí. El fútbol ayuda a cambiar a la gente, sobre todo a aquellos que comenzaron en las calles y salieron de la pobreza. Para mí ayudar a mi familia es muy importante y con lo que estoy haciendo en Bolívar puedo colaborar.

— Al margen de que te enseñaron a jugar, ¿qué más destacas de tu familia?

— Siempre entendieron lo que yo quería y me respaldaron. Desde niño siempre tuve la idea de jugar en Bolívar, un club de mucha historia. Su apoyo fue fundamental para que logre este objetivo.

A los 16 años fui a San José gracias a una invitación del profesor Marcos Ferrufino, pero no se dio la posibilidad de quedarme. Estuve un mes y me fui porque no me gustaron muchas cosas. Hablé con mi familia y me vine directo al internado de Bolívar.

— ¿Es verdad que sigues viviendo en el internado?

— Soy una persona tímida. Decidí seguir en el internado porque conocí a chicos con los que ahora comparto todo el tiempo después de los entrenamientos y partidos. Los primeros meses fueron difíciles por mi carácter, soy muy callado. Con el paso del tiempo me acostumbré, me adapté bien a las reglas del internado y ahora me siento bien con los compañeros. Creo que estaré un buen tiempo más porque considero que estoy con mi segunda familia.

— ¿Con quién te llevas mejor en el club?

— Un buen amigo es Leandro Maygua, es una gran persona, me da consejos y también hablamos mucho de fútbol, de conceptos de juego.

— ¿Cuál es tu meta a cumplir dentro de este deporte?

— Mi propósito es ir a jugar al exterior, ya sea a Europa o a México, el fútbol de ese país siempre acapara mi atención, en especial las Chivas de Guadalajara. Allí se practica un fútbol rápido, técnico, de buen despliegue físico, esos aspectos atraen a cualquiera.

— ¿Qué te recomiendan que debes mejorar en el terreno de juego?

— Debo afinar algunas cosas como llegar hasta el fondo y levantar centros y otros aspectos tácticos. Felizmente con mi papá y mis tíos conversamos de esos temas, me corrigen, me orientan. Ellos están muy felices por mi presente. También disfruta mi abuelo Gabino, quien vino a verme jugar en el partido que debuté en la selección nacional contra Venezuela. Fue su primera vez en un encuentro de eliminatorias y quedó contento con mi rendimiento.

— ¿Dedicado solo al fútbol o hay planes de estudio?

— No, por el momento el pensamiento está puesto en el fútbol. Quiero seguir la carrera de Psicología, sin embargo en este momento es complicado, no hay mucho tiempo por los viajes, trabajos en doble turno y otros aspectos referidos al plantel.

— ¿Y en el amor?

— Todavía no, porque considero que no es el momento. Primero quiero ayudar a mi familia. Creo que maduré bastante en el tema futbolístico, así que en mi casa, sobre todo mi madre (Samandra Flores), todos están sorprendidos por mi presente y las cosas que conseguí.

— ¿Luego del fútbol, cuál es tu pasatiempo favorito?

— Me gusta mucho ver películas, ir al cine, jugar al PlayStation o tenis de mesa. Siempre estoy en alguna de esas actividades que me distraen porque ayudan a relajarse de la tensión que uno tiene al jugar.

— ¿Qué significa para tu carrera en el fútbol tu compañero Wálter Flores?

— Es amigo de mi papá, me ayudó a entrar al internado de Bolívar, habló para que me quede. Me dio una mano y ahora me sigue ayudando como lo hace con los otros chicos del internado. Es una gran persona, siempre nos aconseja, se preocupa por cómo estamos. Escucharlo es un gran aliciente para todos.

— ¿Qué consejo les das a quienes están comenzando en el fútbol?

— Todos tenemos un sueño de niño, pero para conseguirlo hay que entrenar mucho y superarse en el día a día. Hay que aprovechar las oportunidades que se presentan, son pocas, pero hay que ser muy responsables para por fin lograr tus propósitos.


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