jueves, 13 de julio de 2017

Alí, un tupiceño para el fútbol de Brasil

De Tupiza, la tierra del mejor jugador de la historia del fútbol boliviano, Víctor Agustín Ugarte, ha surgido este goleador con mucha proyección, Luis Alí Vega, hasta no hace mucho jugador de San José, autor de 14 goles en el más reciente torneo de la Liga, y cuya actuación le ha servido como pasaporte para saltar al fútbol de Brasil, adonde acaba de marcharse para jugar por el Ponte Preta.

“Chicheño hasta la muerte”, enfatiza Alí con cierto acento español, producto de los casi 10 años que vivió en ese país europeo, donde se formó como futbolista.

El valle tupiceño, que hace décadas aportó al balompié nacional a Ugarte, ahora tiene un nuevo hijo destacado.

La historia de Alí es como la de varios jóvenes bolivianos que de muy niños son llevados al exterior por sus padres en búsqueda de mejores oportunidades. En su caso, en España se educó, comenzó a jugar y se formó en el fútbol competitivo.

“Muy niño, por el trabajo de mi madre, primero viví en Buenos Aires y luego muchos años en España, donde desde chico jugué fútbol en el Lleida. Allí aprendí a desenvolverme a nivel competitivo; luego pasé al Osasuna B, donde estuve en los torneos menores y también jugué en Segunda División B”, rememora Alí.

En Europa aprendió a trabajar “con mucha disciplina y profesionalismo”. Sostiene que es “otro mundo”.

Asegura que donde va siempre menciona que es tupiceño: “Chicheño hasta la muerte”, pero que también tiene presente sus vivencias en Argentina, cuando en Buenos Aires, un tiempo breve, pasó por la categoría “Bichitos de Huracán, antes de seguir rumbo a España.

Alí con la indumentaria del Ponte Preta brasileño. Foto: Instagram Luis Alí

El atacante está muy agradecido con todos quienes le enseñaron y apoyaron tanto en el Lleida, en la ciudad de Lérida, como en el Osasuna, en Pamplona. “Ellos me dieron la formación básica y luego la competencia. Con el Osasuna en la división B jugué como ocho partidos entre 2012 y 2013, y estuve convocado en casi 20 partidos”.

Pero como la tierra llama a la sangre, en 2014 Alí regresó a Bolivia y se sumó a Bolívar, que lo repatrió. Tuvo una temporada —hasta mitad de 2015— en la que alternó en nueve partidos y marcó un gol.

“Todos saben qué significa Bolívar. Como futbolista siempre traté de rendirle al máximo, aunque jugué muy poco, pero el estar ahí y trabajar a gran nivel me sirvió. Estuve con el profesor Xabier Azkargorta, con quien aprendí mucho”, rememora el delantero.

Confiesa que nunca hubiese querido salir de la Academia; sin embargo, no iba a tener espacio para jugar con tantas figuras delante suyo, de manera que decidió marcharse al orureño San José.

“La pasión, el cariño y afecto que te dan en Oruro son únicos y no tienen precio. Al inicio no fue fácil, pero tuve la oportunidad con el profesor (Marcos) Ferrufino y con (Teodoro) Cárdenas para comenzar a jugar y agarrar ritmo”. Entonces las cosas comenzaron a cambiar para bien.

Mientras tenía gestiones avanzadas con el presidente del club santo, Wilson Martínez, para renovar contrato, surgió la propuesta del Ponte Preta brasileño, cuyo entrenador vio que el perfil del atacante boliviano era el que necesita para su equipo.

“El fútbol brasileño es la mejor liga de Sudamérica, con un gran nivel competitivo, es como jugar en Europa, porque se juega a gran intensidad. Si vas al fútbol brasileño es como si ya llegaras al europeo por su roce”, considera el delantero boliviano.

Cuenta que como jugador apunta a consolidarse lo más que pueda, espera jugar muchos años fuera del país para mejorar, progresar y buscar subir de nivel.

“No me olvido de la selección boliviana, que es otra de mis prioridades, pero sé que primero tengo que estar bien en mi equipo para luego ser llamado por el profesor (Mauricio) Soria”.


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